Se aproximaba la primavera y los previos días de calor hicieron despertar la desesperación por las bogas. Llame a mi primo Mario y armamos una salida fugaz hacia el río Gutierrez, donde previo llamado, Raul me comentaba que estaban apareciendo las primeras.
Aunque pequeñas y letargadas por los bruscos cambios de temperatura, con Mario preferimos ir para calentar muñecas, hombros, reeles y posa cañas con objetivo hacia la próxima temporada de las lindas del rio.
Ya por la mañana, el sabado 12 de septiembre, terminé de preparar todos los artilugios que necesitaríamos para pasar la noche, mensaje al compañero y terminada la organización. Pasé por el a las 14.00hs y emprendimos viaje hacia nuestro rincón preferido del río, entre charlas, risas y planificación de la jornada que nos esperaba.
Llegamos a
Bajamos todo de la camioneta, y los mates no pudieron aparecer, ya que mi compañero se había olvidado la canasta en el living de su casa, por lo cual, dejamos la garrafa y la pava en la chata, no era útil el resto de la jornada, por lo cual, debimos encargarle al dueño del lugar 2 vinos para pasar e trago amargo del olvido.
Armamos el batallón de cañas, lanzamos cada una con distintas carnadas, ya que las bogas que habían sacado no había definido aun que era lo que preferían comer, lombriz, pasta, tripa de pollo, corazón o maíz fermentado… todas las teníamos… así que nada nos preocupaba.
Entrando el sol, supimos divisar que en la noche nos visitaría un frente frio que venia del sur, lo que nos adelantó a buscar leña para calentarnos y nos sufrir del mismo. Mientras los plomos permanecían firmes en el fondo del lecho, juntamos una buena cantidad de troncos y ramas, y nos dispusimos a preparar la cena, un rico asado con papas a la parrilla, lento… muy lento… teníamos toda la noche aun para comer y pescar…
Los piques se hacían presentes, pero sutiles, muy remisos y las muñecas duras aun, erraban los mismos. Pequeños bagres visitaban los anzuelos, así que se hacia divertido.
Ya entrada la noche y cenados, nos sentamos a disfrutar del fuego, el silencio, del pequeño rayo de luna que se posaba sobre el río y un rico vaso de vino… y otro vaso de vino… y ahí, reflotó el recuerdo de una previa salida que había realizado con Pablo, su hermano, donde había divisado un viejo árbol de limones que les facilitó unas ricas sangrías!... esa noche, extrañamos unos limones, pero será parte del equipo para la próxima salida.
El frío comenzó a ganar terreno, hacía sentir su autoridad, por lo cual, cada vez q el daba un paso, nosotros cargábamos nuestro fogonero con mas leña.
La noche pasó, los piques de boga todos fallidos, y el sueño gano la mano, así que nos internamos dentro de la carpa y descansamos hasta el amanecer.
Por la mañana, seguimos entretenidos con bagres, pero ninguna boga nos dio una alegría. La jornada estaba concluida a las 11.30am donde cargamos todos nuestros arapos y regresamos.
Aunque la jornada no había sido fructífera en bogas, pasamos una salida de pesca increíble entre dos primos que aman este deporte, que saben disfrutarlo a su manera, que saben compartirlo y vivirlo con la mayor intensidad que corre por sus venas.
No faltará mucho, pronto estaremos visitándolas nuevamente!